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Volver a la tienda¿Qué deseó en última instancia esta edición? Hacer visible el proceso de recomposición vertiginosa que sigue a la inmersión en un archivo; los escondidos criterios de ensamblaje; los papeles, sobre todo los manuscritos, en los cuales se extravía hasta el cuerpo; y junto a esto, la importancia de dar al lector una obra desnuda, fundamental, siempre futura, que seguro será leída y redescubierta muchas veces. Pero también esta edición escuchó el deseo en residuo de algunos documentos, des petits papiers, que no se incorporaron siendo escritos ellos mismos (apuntes de sueños, cartas, fichas y trabajos universitarios, una tesis de filosofía de la cual queda un cuento, un glosario de francés-español, frases sueltas, el Cuaderno de Casali); o siendo cuentos otros mismos, perdidos todos en una computadora y que nunca conoceremos. Pero a la vez están los cuadros elegidos, y los no elegidos, y las tapas que fueron pinturas y dibujos inamovibles, sintonizados también desde un deseo familiar alerta y solidario con la aventura de esta obra y, fundamentalmente, con la apuesta de una edición que reordenó, rearticuló y completó estas páginas tantas veces como fueron creciendo los hallazgos.
Grampas, pegaduras y papeles han acompañado a Conitzer de tan diferentes maneras que ni el libro abierto de todos los días, ni esa manera en que dos dedos dicen adiós en un instante tachado mil veces, se equiparan al modo inaudito donde La Paz y el Universo vuelven a ser un momento de atoramiento y semilla. / R.O.