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Volver a la tiendaLa imagen más imperecedera en la escritura de Jesús Urzagasti, se ha reconocido algunas veces, es quizás la de un camino atravesado no solamente por un vínculo con el pasado, sino, y a la vez, con ciertas fábricas de humo que tienen el embrujo de hacernos creer en la explosiva reinvención del presente. Tal embrujo nos toma desprevenidos cuando terminamos irremediablemente perdidos en un follaje nocturno. En términos de la imagen de un sendero, mencionaría Urzagasti, el pasado habla en el ramaje verbal del ir de lo ido siempre en aras de lo imprevisible. Benjamin, permítanme traerlo a colación, pues Urzagasti lo cita más de una vez, precisaba que el pasado recibe la impresión de una actualidad por la imagen en la cual se halla comprendido. Una imagen, dirá entonces Urzagasti, se forja en la catástrofe que llegan a producir las palabras que se iluminan de improviso, pues de nada sirve haber visto caballos si no atendemos a la embestida «de [tales] caballos galopando al alba […] irrumpiendo en una cristalería»… / R.O.